Recuerdo estar en le World Trade Center subiendo escaleras eléctricas. Llegar al Cinépolis y mirar la cartelera. Ella no hablaba, solo veía. Su boca articulaba monosilabos, pero sus ojos grandes si que decían cosas. Palabras salían de ellos, frases de ira, fastidio y desilusión. La película que pretendiamos ver ya no estaba pues habían cambiado los horarios de apenas 4 días antes, cuando planeamos la salida. Fuimos hasta ahí porque era uno de los pocos cines que la proyectaban, asi que todo habia fracasado. La verdad era que ella no queria salir conmigo, yo insistí y consegui una cita ... pero esto ...
Salimos del WTC. Yo sabía como llegar, pero no como regresar. Pensaba pero no ideaba. Mas bien dibagaba. Mi corazón sentía temor, un temor desabrido, casi no era temor, casi no era yo el que temía, pero mi corazón lo resentía y mi cabeza se perdía. No podia pensar, no sabía que hacer.
-¿Caminamos?- acerte a decir ... y solo recibí un mugido como respuesta ... parecía que las nuevas condiciones sustituian los monoslabos con gruñidos y demas ruiditos.
Bellas calles de gente muy rica desfilaban una tras otra en nuestra marcha hacia el sur. Insurgentes era un hervidero de cosas raras, de otro mundo. Solo caminar era familiar, y todo era bonito, pero ajeno, tan extraño que asustaba ... y yo mas perdido, era uno de esos momentos en que sabes que todo va a salir mal pues te enfrentas a una situación para la cual no te preparaste y sin embargo sigues actuando sin pensar lo mas minimo tus actos, mas por incapacidad que por inconciencia, claro está.
Pronto el sol y el calor hicieron estragos, a mis 17 años no podia pasar 4 horas sin desodorante ... olia mal, ella alejada como si odiara el aroma, pero no era por eso ... ya estaba asi desde antes.
Varios minutos. -Pregunto a un poli ¿no?-, y tras el ya familiar gruñido voy.
... ¿Metro San Antonio? ... ¿unos diez "minutitos"? ...¿por "abajito" del nuevo distribuidor? ...
Y a caminar. Los diez "minutitos" se volvieron mas de treinta. Patriotismo, Revolución y un parquecito con arbolitos ... el metro San Antonio.
Luego el metro ... -¿Quieres sudar?- pregunta burda acompañada de mi mano buscando la suya ... un gruñido negativo y mirar a la gente para pasar el rato.
EL metro Rosario y un -te acompaño- concedido con desgana. El camion rumbo a Tultepec ... solo se olle el ruido del camino ... y transcurre el tiempo con peresoza lentitud.
-Yo creo me bajo en la Koblenz- ... no hay respuesta.
La Koblenz cerca, y mi corazón temeroso, indeciso. -¿Me odiaras por esto?-, gruñido negativo que me reconforta, pero llegó la Koblenz y yo no quería irme aún. -Bueno, mejor en la base de Cuauti- espete con una sonrisita que no tardo en desaparecer.
Una vez mas, el miedo me empotró al asiento. ¿Qué era este miedo que no me dejaba mover?, ¿Cuál era la razón de que estuviera soportando aquella situación incomoda, de desprecio convertido en silencio que solo rompian a ratos con mis monólogos?. Ese silencio era característico. Al principio todo fue magía, aunque la relación era extraña todo estaba bien, era placentero y bello ... pero un día cometí un error ... solo porque si ... solo porque era muy niño para no cometer ese tipo de errores. Así aparecio ese silencio, severo castigo, fruto de mi inmadurez. Hasta unas 3 semanas antes del día relatado aqui llevaba casi un año de silencio vapuleador, hasta que conseguí infiltrarme en su MSN, reanudar la relación virtual ... y un día ella apareció y me beso ... salimos unos dias, y otra vez. Se hace presente ese silencio. De forma lenta pero dolorosa corroe el alma, atravieza el corazón, convierte el amor en odio.
Pasamos Santa Elena, el Chilar ... lugares ajenos ... me sentía desorientado, pero no temía por eso. Mi acongojado corazón, ocupado en disolver el temor grande primero, dejaba para despues los temorcillos que se iban presentando. -Ya encontrare la forma de regresar- me decía. Eso no me preocupaba ... había algo mas ... algo de mayor importancia ... no sabía que era, pero podía sentirlo
Llegamos a su parada en el lejano Tultepec. Bajamos y cruzamos la avenida. Quedamos frente una calle que subía con pendiente liviana, y era tan larga que no recuerdo verle fin. Su casa estaba mas alla de ese fin, pasando unos campos, mas lejos de donde llegaría aquel día ... y cualquier otro.
La tarde declinaba, las casas se teñian de oro ... se ollen coches, pajaros, gente andando y conversando ... se respira tranquilidad ... Su boca se abre y salen dos palabras ... luego se tuerce en una sonrisa, triste pero sincera ... Los ojos grandes hablando, diciendo cosas tiernas ... actitud serena, media vuelta y pasos tranquilos ... su esbelta silueta se alejaba, entre otras tantas que iban y venían ... su mejor blusa hacia notar lo estrecho de su cintura ... su andar delicado mecía su bonito y largo cabello ... de pronto pensamientos y voces ... mas bien pensamientos con voz propia: -que bonita estas ... ¡luces tan bella! ... arreglada para mi ... para salir con migo .... no te vayas ... no te vayas porque yo ... porque yo te amo .. . ¡TE AMO!-
¡Mi corazón decía "Te amo"! ... y en efecto la amaba ... fue entonces que entendí aquel terror frío y oscuro ... ¡Yo la amaba! y ella se iba ... ¡YO LA AMABA y se marchaba para siempre! ... despues de esto ... ¡Nada! ... Y yo lo sabía, por eso ir hasta ahí ... por eso soportar las cuchillas silenciosas, y las respuestas inaudibles ... tenia la culpa SI ... pero no era solo eso ... esta vez no era mi inmadurez, no era mi ser niño, no mi ingenuidad ... recubrimientos de mi alma formados en la soledad ... Ahora todo acababa porque SI ... porque así tenia que ser ... nada de culpa, nada de odio ... solo vacío. Esto terminaba, y no dejaba nada tras de sí ... solo esa silueta que me parecía tan hermosa. ¡Quise gritarle! ... quise correr y rodearla en un estrecho abrazo ... besarla con la pasión que nunca me atreví a demostrar, pero que ardía siempre dentro de mí ... decirle que la amaba ... Pero solo me quede ahí, atornillado al piso ... ojos perdidos ... boca semi abierta ... un conjunto triste de pose y gestos ... Así me quede hasta que su silueta se hizo tan pequeña, que ya no la pude ver ...
viernes, 25 de septiembre de 2009
La despedida del primer amor
sábado, 19 de septiembre de 2009
La arañita saltarina
Salí del metro Tacuba corriendo como de costumbre. Esta vez no iba con prisa, sin embargo vestia mi nueva camisa, estaba peinado y llevaba zapatos, así que me apresuraba por la incomodidad de la imagen, ademas de no tener peso que darle a los vagabundos de las escaleras. Para mi sorpresa no me pidieron nada, caso muy contrario a lo habitual. Incluso su mirada fue distinta, en las ocaciones en que visto pantalones, camisolas y tenis rotos, esa mirada se posa franca y tranquila sobre mi, con cierta simpatía. Fue comodo que no me pidieran, pero esos ojos distantes dejaron un mal sabor en mi.
Por otro lado, tenía hambre. Fui a los pescaditos de 3 pesos que estan junto a la salida. Sin embargo, apenas pasaban de las nueve y el que despacha el changarrito barría el agua encharcada sin tener listo el cazo con el aceite. El mundo no es el mismo si uno se levanta temprano y se viste decente.
Malhumorado cruce los ambulantes y me trepe a una micro. Tome asiento en ventana y me dispuse a leer. Así, en amena lectura, transcurrió casi todo el viaje hasta la UAM, las aventuras y desventuras de varias mujeres en breves cuentos desconectaron mis sentidos, relegando su función a mero tramite que desmerece la atencion de la conciencia. Precisamente iba a entregar ese libro, que estando fuera de la biblioteca todas las vaaciones, me estaba generando una deuda importante. No lo habia leído completo porque cometí el error de prestarlo (de ahi que no lo hubiese entregado a tiempo), y ademas no era tan bueno. Pero almenos aligeraba un poco la molestia que él mismo provocaba.
De mejor humor cerre el libro, tras terminar dos cuentos. El micro reposaba en el semaforo frente al metro Azcapo, y los charcos, residuo de la lluvia del dia anterior, reflejaban un cielo gris, adornado con las imagenes obscuras del sinuoso suelo. Avanzando la micro, me quede sin un bello exterior que apreciar, volví la vista dentro y note una manchita en la nuca de un joven estudiante en el asiento de adelante. Era una arañita de unos 5 milimetros de largo, con abdomen grande pero patitas cortas y un color gris oscuro con manchitas claras y negras, que le hacian parecer un pequeño terron mojado. Por un momento pense en retirarla de ahí, pero me dio verqüenza con el joven y ademas, su comportamiento me resultaba interesante. La arañita caminaba despacito hacia el cabello del chavo, situado unos centimetros cuesta arriba. De pronto dió un agil salto con intención de alcanzar el cabello. Sin embargo el lacio y engelado cabello no se presto a servir de superficie a la cual asirse y la arañita resbalo, regresando a la nuca. Con gran tenacidad, la amiguita intento de nuevo, pero fallo por segunda vez. Un nuevo intento, con su fracaso respectivo, llamaron la atención del joven. Por cuerta vez, la araña salto y cayó, pero al momento de caer, unos largos dedos llegaron por un costado, con la clara intención de acabar con la pequeña molestia que estaba causando. Con la agilidad de un gato, la araña salto inmediatamente situandose en la solapa de la camisa, apenas un centimetro de donde una llema buscaba intranquila. La mano, al no encontrar respuesta, se movió bruscamente en varias direcciones. Ante la amenaza de su posición, la araña decidió tirarse entre el asiento y la pared, donde estaría a salvo, aunque eso implicara alejarse de su objetivo.
¿Porqué una araña se aferra tanto a llegar al cabello?, ¿Habrá sido cuestión del azar, o la araña deliberadamente intentaba llegar hasta aquel lugar?, y de ser asi ¿Para que?, ¿Que haría en la cabeza de aquel chavo?, estas cuestiones entretenian mis pensamientos. Cuando me tope con la idea de que nunca podría responderlas, vi de nuevo a la amiguita alcanzar la nuca y prepararse para saltar, respondiendo sin saberlo parte de mis interrogantes. Me acerque un poco para no perder detalle, cuando la mano reapareció, y la araña tuvo que huir de nuevo. Como la mano fue burlada una vez mas, el joven giró la cabeza en busca de mas información, y se encontro con mi prescencia, un poco mas cercana de lo habitual. Lanzome una mirada molesta, que ,creo yo, esta totalemnte justificada. Avergonzado me retire un poco y mire hacia afuera, con mis pensamientos en ese pequeño ser, que con malicia o ingenuidad, me habia hecho temer un poco por aquel joven, al demostrar ser capaz de tener un objetivo claro. Situación intrigante, pero tambien un poco aterradora ... Sin embargo estaba frente a la UAM, el paseo habia terminado, y el mundo de la arañita saltarina volvía a ocupar su lugar entre las cosas intracendentes en la, también instracendente, ida a entregar un libro atrasado ...