sábado, 19 de septiembre de 2009

La arañita saltarina

Salí del metro Tacuba corriendo como de costumbre. Esta vez no iba con prisa, sin embargo vestia mi nueva camisa, estaba peinado y llevaba zapatos, así que me apresuraba por la incomodidad de la imagen, ademas de no tener peso que darle a los vagabundos de las escaleras. Para mi sorpresa no me pidieron nada, caso muy contrario a lo habitual. Incluso su mirada fue distinta, en las ocaciones en que visto pantalones, camisolas y tenis rotos, esa mirada se posa franca y tranquila sobre mi, con cierta simpatía. Fue comodo que no me pidieran, pero esos ojos distantes dejaron un mal sabor en mi.
Por otro lado, tenía hambre. Fui a los pescaditos de 3 pesos que estan junto a la salida. Sin embargo, apenas pasaban de las nueve y el que despacha el changarrito barría el agua encharcada sin tener listo el cazo con el aceite. El mundo no es el mismo si uno se levanta temprano y se viste decente.
Malhumorado cruce los ambulantes y me trepe a una micro. Tome asiento en ventana y me dispuse a leer. Así, en amena lectura, transcurrió casi todo el viaje hasta la UAM, las aventuras y desventuras de varias mujeres en breves cuentos desconectaron mis sentidos, relegando su función a mero tramite que desmerece la atencion de la conciencia. Precisamente iba a entregar ese libro, que estando fuera de la biblioteca todas las vaaciones, me estaba generando una deuda importante. No lo habia leído completo porque cometí el error de prestarlo (de ahi que no lo hubiese entregado a tiempo), y ademas no era tan bueno. Pero almenos aligeraba un poco la molestia que él mismo provocaba.
De mejor humor cerre el libro, tras terminar dos cuentos. El micro reposaba en el semaforo frente al metro Azcapo, y los charcos, residuo de la lluvia del dia anterior, reflejaban un cielo gris, adornado con las imagenes obscuras del sinuoso suelo. Avanzando la micro, me quede sin un bello exterior que apreciar, volví la vista dentro y note una manchita en la nuca de un joven estudiante en el asiento de adelante. Era una arañita de unos 5 milimetros de largo, con abdomen grande pero patitas cortas y un color gris oscuro con manchitas claras y negras, que le hacian parecer un pequeño terron mojado. Por un momento pense en retirarla de ahí, pero me dio verqüenza con el joven y ademas, su comportamiento me resultaba interesante. La arañita caminaba despacito hacia el cabello del chavo, situado unos centimetros cuesta arriba. De pronto dió un agil salto con intención de alcanzar el cabello. Sin embargo el lacio y engelado cabello no se presto a servir de superficie a la cual asirse y la arañita resbalo, regresando a la nuca. Con gran tenacidad, la amiguita intento de nuevo, pero fallo por segunda vez. Un nuevo intento, con su fracaso respectivo, llamaron la atención del joven. Por cuerta vez, la araña salto y cayó, pero al momento de caer, unos largos dedos llegaron por un costado, con la clara intención de acabar con la pequeña molestia que estaba causando. Con la agilidad de un gato, la araña salto inmediatamente situandose en la solapa de la camisa, apenas un centimetro de donde una llema buscaba intranquila. La mano, al no encontrar respuesta, se movió bruscamente en varias direcciones. Ante la amenaza de su posición, la araña decidió tirarse entre el asiento y la pared, donde estaría a salvo, aunque eso implicara alejarse de su objetivo.
¿Porqué una araña se aferra tanto a llegar al cabello?, ¿Habrá sido cuestión del azar, o la araña deliberadamente intentaba llegar hasta aquel lugar?, y de ser asi ¿Para que?, ¿Que haría en la cabeza de aquel chavo?, estas cuestiones entretenian mis pensamientos. Cuando me tope con la idea de que nunca podría responderlas, vi de nuevo a la amiguita alcanzar la nuca y prepararse para saltar, respondiendo sin saberlo parte de mis interrogantes. Me acerque un poco para no perder detalle, cuando la mano reapareció, y la araña tuvo que huir de nuevo. Como la mano fue burlada una vez mas, el joven giró la cabeza en busca de mas información, y se encontro con mi prescencia, un poco mas cercana de lo habitual. Lanzome una mirada molesta, que ,creo yo, esta totalemnte justificada. Avergonzado me retire un poco y mire hacia afuera, con mis pensamientos en ese pequeño ser, que con malicia o ingenuidad, me habia hecho temer un poco por aquel joven, al demostrar ser capaz de tener un objetivo claro. Situación intrigante, pero tambien un poco aterradora ... Sin embargo estaba frente a la UAM, el paseo habia terminado, y el mundo de la arañita saltarina volvía a ocupar su lugar entre las cosas intracendentes en la, también instracendente, ida a entregar un libro atrasado ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

que maravilla que un pequeñito ser nos habla de perseverancia y que tuviste la atención para dedicarte a cosas pequeñitas , pero enormes en conocimiento.